Y así fue que llego el día, después de más de dos semanas planificándolo al detalle, con discusiones tan disímiles como que íbamos a comer, a que hora íbamos a salir o llegar, si convenía parar a almorzar o ver la Basílica desde la ruta y volver con solo un par de barras de cereal y un poquito de agua, que papel jugaría el viento a la vuelta (porque nadie considero el papel del viento a la ida) o si el grupo esperaría a aquellos que marcaran el ritmo por ser los más lentos, habiendo discutido todo esto y mucho mas... llego el día de la verdad.
El domingo 1° de Agosto amanecía con el cielo totalmente limpio de nubes y afirmo que “amanecía“ porque casi todos nos levantamos aún de noche, con temperaturas muy bajas, del orden del grado para la marca de sensación térmica, con esto, nuestra templanza era puesta seriamente en juego.
Quien vendría?, Quien decidiría quedarse, con una excusa valida, para disfrutar un gratificante desayuno en la cama!? Fueron preguntas que fueron gratamente respondidas tan solo en un par de horas.
En mi caso particular, después de arengar a más de uno con “no hay problema, como no vamos a llegar a Lujan?” al momento de salir de casa, alrededor de las 8:15 y cuando una ráfaga de aire frío me sacudió como un cachetazo me quede pensando, reflexionando en mi fuero intimo y sin hacer mucha alharaca... “Y si el que no llega soy yo...?”
Dicho esto nos encontramos con mi coequiper en la esquina del Club Ferro Carril Oeste y ahí encaramos hacia el ACA que esta enfrente del monumento al Cid Campeador. Mientras yo contaba la anécdota del viento que me había azotado él me decía que todavía no sentía frío, minutos después se corregiría y volvería sobre sus palabras para asegurarme que había empezado a sentir el vientito y que comenzaba en ese momento el proceso congelatorio de su anatomía.
Como siempre llegamos, puntuales, al punto de encuentro.
Para ese momento ya estaban esperándonos Flor, Rober, Adriana, Fede y Adrián... completándose el grupo en minutos, mientras alistábamos nuestras cubiertas con la cantidad de aire necesario, con la llegada de Euge, Juancho, Gus y Patricia.
Así fue que once, si once, valientes ciclistas partimos rumbo al oeste por Av. Gaona en busca de esa capillita que inauguraron hace algunos días en una localidad del oeste, que no tenemos muy claro ni como se llama... o en términos más sofisticados, la Basílica de Lujan.
Permítanme remarcar el dato de los once ciclistas porque no deja de sorprenderme, muy gratamente por cierto, el hecho de que once personas sin ningún otro acuerdo más que disfrutar del esfuerzo del viaje nos hayamos reunido a las 8:30 de la mañana de un domingo a pedalear, unidos cada uno por sus motivos personales, pero todos con la misma pasión y el compromiso de ser parte de un grupo fantástico.
Si aún fuera necesario aprovecho para confirmar, para el que aún ande con alguna duda, que me siento muy orgulloso de ser parte de un grupo de estas características con integrantes de un valor intrínseco maravilloso.
Volviendo ahora si al viaje en sí mismo confieso que entre el frío y el viento en contra el panorama pintaba pesado pero entre el calor humano y la excitación que de alguna manera casi todos compartíamos por tal épica gesta nos hizo seguir casi sin mayores complicaciones. La épica gesta incluía además de los kilómetros el hecho no menor que la mayoría de nosotros nunca había siquiera intentado llegar y volver pedaleando hasta Lujan.
Agarramos entonces colectora siguiendo a nuestro líder espiritual, una suerte de “Sai Baba Ciclístico”, siempre con rumbo al oeste y enfrentando de la mejor manera posible el viento.
Ya por el kilómetro 25 veníamos mano a mano con Juancho y le pregunto “no ves desinflada la rueda de Euge?” Se ve que el hombre estaba distraído porque para cuando logro contestarme ya habíamos parado todos a reparar el primer pinchazo de la jornada. Mientras los mecánicos trabajábamos y el resto de los integrantes del pelotón aprovechaban para hidratarse y comer algo “Michael Schumacher” retrató la parada obligada en boxes.
Después de 15 minutos el pelotón volvió a ponerse en marcha tratando de agarrar nuevamente el ritmo luego de habernos enfriados por culpa de la inefable “brisa” que soplaba desde el sud-oeste con ráfagas que por momentos eran particularmente intensas.
Mas adelante, llegando al kilómetro 25,5 sufrimos la segunda avería. Si para ese momento estábamos tratando de recuperar la temperatura se imaginan que la segunda parada nos dejaría exactamente a la par del creador de Mickey Mouse, el recordado Walt Disney.
Luego de la reparación de la pinchadura de Adrián volvimos a circular por colectora para encontrarnos con el resto del pelotón que nos esperaba, casi como en un picnic, a 500 mts. parados sobre el pastito y al sol, pero “Amigos son los Amigos” y sin mediar palabra salimos nuevamente hacia la 1er. Parada oficial que seria en la estación de servicio Shell de Moreno.
Ya con varias paradas en el haber se murmuro por ahí “me parece que esto viene para largo...” la primera parada oficial fue la que hicimos luego de tres extra oficiales pero se volvía indispensable para que todos pudiéramos acudir a cumplir con nuestras necesidades fisiológicas.
Otra vez en marcha y esta vez... con otro problema, la brisita se había cobrado de alguna manera a 4 integrantes del pelotón por lo que se irían reiterando las paradas del pelotón de punta integrado por los Sebas, Euge, Flor, Juancho y Gus para esperar al segundo pelotón en donde venían Rober, Fede, Adriana, Patricia y Adrián.
Como pudimos, luchándole al viento, fuimos llegando hasta Gral. Rodríguez donde nos toco subirnos a la ruta. Con una brevísima charla técnica justo antes de subir decidimos ir en fila de uno, pero el viento ya había diezmado el pelotón y nuevamente nos dividimos en cuatro grupos que nos juntaríamos nuevamente para entrar como 11 triunfadores a Lujan por la calle que nos depositaria de frente a la Basílica.
Una vez arribados a destino, cerca de las 13:30 no nos quedaban más ganas que las de sentarnos a comer como Dios manda, y acá venga el reconocimiento nuevamente a nuestro líder espiritual que nos guió sin un ápice de duda hasta ese portón que luego de varias amenazas hacia su propia persona se convertiría en el mejor restaurante al que podríamos aspirar y con hasta un estacionamiento enorme para nuestras bicis, mochilas, cascos y otros menesteres y con una enorme mesa para once previamente reservada por teléfono, por quien más que por nuestro “Sai Baba Ciclístico”!.
El almuerzo merece un capitulo aparte por la ocurrencia de algunos eventos que sin duda no se pasaron por alto de la mirada de este humilde escriba.
La necesidad casi imperiosa de Flor de entrarle a una panera, casi a la par de la de Gus, que en lo único que pensaba era en entrarle a un Malbec.
Rober tomando nota en su cuadernito de todos los comentarios urticantes que se le ocurrían en cada reflexión inútil de alguno de los integrantes del Team.
Un flan con dulce de leche al que le entré sin ningún recaudo, ni compasión para ser honestos, con el solo fin de cuidar la salud del hígado de todos mis compañeros.
Y sin duda, la nota del día, la velocidad de algunos (hombres y mujeres) para devorar con una sola inhalación el generoso plato de pastas que le habían servido lo que a las claras demostraba que, todo lindo, pero después de más de 70km no nos íbamos a poder volver sin comer un plato de comida.
Y como terminar el almuerzo sin una mención a BETO! Que buen mozo!!! (Desde lo profesional, porque desde el punto de vista del aspecto dejaba algunas cosillas que desear) Un tipo ordenado, que nos tomo el pedido de una manera clara rápida y concisa pero como él quiso, nada de andar innovando, “Cuantos quieren Coca!?”...
Lamentablemente para nosotros que la estábamos pasando de puta madre, el almuerzo debía terminar para darle paso al comienzo de nuestra vuelta al pago, así marchamos a la Basílica a sacarnos la foto de rigor y darle un poco de tiempo a la digestión del flan!.
Si me permiten me tomaré la libertad de hacer un pequeño paréntesis para describir solo un poco de lo que vivimos frente a Basílica.
Resultó ser que era día de fiesta para la Colectividad Boliviana que con sus trajes típicos (o disfraces ridículos, como más les parezca) marchaban en una suerte de “corsódromo” improvisado por los paseantes haciendo gala de sus danzas y costumbres. Reconozco que fuimos observados con cierto desprecio ya que con nuestras vestimentas opacábamos, de cierta forma, el fasto de la celebración Boliviana.
Tanto fue así que algunos turistas no tenían bien claro quienes eran los disfrazados o si en algún caso nosotros pertenecíamos a algún cuadro de la celebración. Por las dudas nos sacaron fotos como si fuéramos de la Colectividad Norteña.
Ya con más de 75 km. encima y cerca de las 16:00 arrancamos la vuelta con una escala previa en la estación de servicio de Lujan para recargar bebidas saciar nuestras necesidades básicas y comenzar la pedaleada.
Nobleza obliga debemos reconocer que el viento no fue tanto como a la ida y eso nos permitió volver en un ritmo un poco más constante, lamentablemente solo siete de nosotros volvimos pedaleando ya que Adriana, Fede, Patricia y Adrián decidieron luego de la Basílica volver a Bs. As. por tren.
Ya durante la vuelta paramos nuevamente en Gral Rodríguez y Moreno cerrando la vuelta en la estación de servicio de Juan B. Justo y Gral. Paz donde un aplauso coronaria el esfuerzo realizado.
Antes de despedirme quiero hacer mención a un evento que me dejo confundido... atónito, allá por Moreno y cuando veníamos a muy buen ritmo en dos pequeños grupos Rober, Euge, Flor y Gus adelante Juancho y los Sebas atrás, Gus se pinchó y así fue como de a poco, entre los tres, lo fuimos aguantando hasta Moreno tratando de convencerlo de que no era necesario bajarse para ir a tomarse el tren y que todos íbamos a llegar.
Vaya uno a saber que misterio de la vida desde Moreno hasta Caballito, al menos, el resurgido Ave Fénix siguió el ritmo de Euge quien por algún motivo vino desde Lujan metiéndole pata como para que nadie se duerma en los laureles y el primero en mantenerse bien despierto a juzgar por el ritmo que traía esa Raleigh fue el mismísimo “Me bajo en Moreno” Gustavo. Euge, atenti con el Anti-Dopping, porque la verdad que ese ritmo es sospechoso... Chip, es alguna manera de describir en un lenguaje codificado, solo para algunos, alguna sustancia química con propiedades de dudosas consecuencias!?
Aclarado esto, fue que con tramos de cerca de 30 km por hora volvimos desde Lujan con varias satisfacciones personales y una grupal, el haber vivido una jornada a puro esfuerzo pero muy bien recompensada en un grupo fantástico que hace que 150 km se parezcan más a un paseo que, como parecería a simple vista, a una tortura.
Quiero agradecer entonces a todos y todas los que hicieron posible este día que fue un regocijo, al menos para mí y aunque parezca innecesario o incomprensible para algunos, voy a incluir en ese grupo también a nuestras familias, esposas, novias, novios, esposos, hijos, padres y madres que nos bancan y que se bancan que nos vayamos todo un día como “nenes caprichosos” que lo único que queremos hacer es ir superando nuestras metas pedaleando cada vez más.
Respecto de las marcas... que importan, pero en cualquier caso solo a pedido del Colegio Publico de Escribanos les cuento que salimos de Buenos Aires a las 8:40hs, llegamos a Lujan a las 13:30hs, salimos de Lujan a las 16:15hs y Llegamos nuevamente a Buenos Aires cerca de las 20:00hs para un total aproximado de 150km y con una velocidad promedio de cerca de 21km/h.
Les dejo un fuerte abrazo a todos y nos leemos si Dios quiere, la próxima...
P.D. Se vienen las fotos...